Hoy antes de finalizar el día voy a reflexionar sobre algunos aspectos de la “seguridad” en los estadios.
Personalmente, prefiero ver los partidos desde la zona reservada a la afición visitante. Quiero estar junto a los que animan al equipo y unirme a sus gritos de Eibar Eibar Eibar.
Cuantos más años cumplo y ya van unos cuantos, siento con más fuerza esa necesidad de estar apoyando al equipo. ¿Soy un hooligan peligroso? . No creo.
Hasta ahí todo perfecto, por lo menos para un servidor, lo malo viene cuando al intentar entrar a esa zona reservada para la afición visitante te encuentras con algún “responsable” al mando, analfabeto perdido, tomando decisiones arbitrarias y anticonstitucionales.
La lengua más antigua del actual reino de España, lengua oficial por cierto, en algunos recintos deportivos está prohibida.
Soy generalmente bien pensado y pienso que esa actitud prohibitiva es producto de la ignorancia .
Entre eso y aquel maravilloso episodio de la guerra del gran Gila: Oiga ¿está el enemigo?, que se ponga… ¿me podría dejar unas balas para la batalla de mañana? Es que se nos han gastado…
Vamos al grano, ya en segunda, en Valdebebas vi a la primera acémila que se pronunciaba de manera negativa antes unas palabras escritas en euskera.
También escuché la misma cantinela por la radio de la seguridad en el Vicente Calderón la temporada pasada: “todo lo que está escrito en vasco no puede ponerse”. Entiéndase ponerse por exhibirse. No empecemos con malentendidos.
Ayer en Vallecas no dejaron meter al campo un par de banderas con la inscripción “euskal herria”.
Son cosas que he visto yo con estos ojitos que no se los comerán los gusanos, porque serán incinerados.
Seguiremos viajando, animando y viviendo episodios de la “guerra de Gila”. Es como ir al zoológico pero con los papeles cambiados, los animales son los que cuidan a los ciudadanos.
Música de pasodoble

Hasta otra, compañer@s.